Preparativos para la Boda xD

Le levantó por los glúteos con ambas manos, entregándose a los besos, de la otra mientras conseguía energías renovadas con el contacto tan aberrante y excitantemente prohibido de ambos sexos frotándose, bañándose con la humedad que la chica expedía. –ahm…alcaldesa…-

Se relamió con lujuria los labios, haciendo amago de decisión para mirarle a los ojos, lamerle a lengüetadas los labios, pegando su frente con la de Chezire, emitiendo largos jadeos cuando desesperado, se introdujo en la intimidad de la ojiambar, temblándole las piernas cuando la humedad le permitió resbalarse en su interior de una forma divinamente deliciosa.

-Mghm!...ah, agh, Dios…-Le mordió la boca brutalmente, comenzando a moverse con increíble facilidad dentro de ella, embistiéndole a un vertiginoso ritmo intermitente que con Pico era imposible a la primera.

-Aghm…-Dijo, presionándose profundamente contra la intimidad de la felina, moviéndose presurosos en su acogedor interior, haciendo presa de sus senos con una mano, bajando a ellos a lamer los pezones uno a uno y devorarlos a mordidas placenteras. Incluso por un instante se le olvido que se hallaba en el incomodo confesionario.

-Tampoco…tampoco tu…-Le gimió entre sus pechos, aumentando su ritmo, deslizándose en su humedad excesivamente rica. Ah, de tan solo haberse imaginado que aquella sensación era así lo hubiese hecho desde antes en vez de perder tanto tiempo negándose al suculento pecado.- Uhm, que delicia…-Susurró, regresando a su boca reclamándole besos, mientras se apresuraba a profanar su intimidad con salvaje deseo.

-AHm…-Cerró los ojos simplemente conducido por las sensaciones a aumentar el ritmo en las embestidas, lo suficientemente tosca y apresurada la friccion entre ambos cuerpo como para hacer rechinar la madera del cubículo, ni siquiera se le ocurrió que pudiera ser visible desde afuera.
-Alcaldesa…ah, Dios, ya no aguanto…-Dijo suplicante a la boca de la dama, apretando sus caderas con brutalidad, pellizcándole la piel, y ahogándose de nuevo entre los cálidos pechos suaves que le hacían desvariar de pura ansiedad.
Moviéndose entre sus brazos con delirio, mientras sus jadeos iban en aumento, tensándosele el cuerpo cuando las caderas de ellas aumentaban el ritmo. -Ahm, me vengo…-amenazó consciente de lo breve del momento, pero aquello era tan excitante que le era incontenible

-Ah…-Llegó a un punto en el que tuvo que hacer un tremendo esfuerzo para no caerse con todo los temblores que sus piernas sufrían con el placentero acto que le nublaba los sentidos.

-Ahm…no…- No hubiese querido que aquel placer se detuviera nunca por lo que trataba de detener las sensaciones, por más segundos que se le hicieron eternos pero al final no pudo retenerse mas cuando los estremecimientos le estrecharon el cuerpo y su cimiente salió expelida dentro de la intimidad de la dama, derramándose en abundancia, mientras las embestidas se iban alentando y apretaba con mayor fuerza el cuerpo de chezire contra su cuerpo. –mgh…ah, dios mio….ah, fue demasiado…ah…-dijo febril, saliendo de su interior, mareado pero sin alejarle demasiado.

A pesar del esfuerzo que le suponía llevar una calma respiración en el terriblemente asfixiante cubil, no podía reprimir sus deseos de comer a besos la boca de la dama, devolviéndole la pasión del acto en lamidas y mordidas igual de deseosas. Tomando su cadera cuando se sentó sobre de él.

-Me…me ha encantado…-Dijo medio tímido, a pesar de que aquel, era un sentir que había dejado de lado hace buen rato ya. Se dejó besar, haciendo el cuello a un lado, con los ojos cerrados y la agitación aun presente.- creo que…hm, deberíamos…salir de aquí.- aunque en su fuero interno un fatal grito de negación le suplicaba retractarse.

-No es mi intención contrariarte…-Suspiró, llevándose una mano a la frente, pasando saliva y luego mirándole. –Pero si lo fue… - son duda lo había disfrutado pero eso no le quitaba lo pecaminoso y el hecho de ser una reprobable conducta en plena casa del Señor, tendría que volver a hacer una extensa penitencia para redimir sus actos que cada vez y para su desgracia se volvían más seguido.

Se removió entre jadeos, con la otra encima, recorriendo sus costados.-…ahora tendré que volver a mi casa…-Suspiró frunciendo el seño con los ojos cerrados, derritiéndose con sus caricias para las cuales tenía que hacer un gran esfuerzo para no ceder a ellas.

Le escuchó extenuado, temiendo quedarse dormido en la primera superficie cómoda sobre la que su cuerpo cayera. Se puso de pie con cansino esfuerzo, apenas si se subió los pantalones y medio se cerró la camisa sin fijarse en la correcta posición de los botones, se echó la sotana al cuerpo y le cerró los botones también.

-Pues…no. –Inquirió, alisando la tela negra de la sotana, mirándole de reojo, sentada ahí tan coqueta en el piso. – No me diga que usted se quedará así…-Inquirió con el seño fruncido a la rubia.

-¿Qué cosa?- Preguntó con la ceja arqueada, empujando con la mano la puerta del cubículo para dejar salir a la dama. – Creo que no me apetece recibir la visita de ninguno de ambos…-Aseguró el rubio dubitativo luego de recibir el deleitante beso que le cimbró el piso de nueva cuenta.

-Haré mi esfuerzo…usted –Suspiró desviando la vista.-la catedral es suya…no vaya a destruirla ó.ò –Recomendó, acomodándose el cuello, al fin respirando aire puiro en la vasta construcción suntuosamente adornada.

Agitó la cabeza, desechando el comentario que con sorna la dama había hecho. –En serio….no vaya a destruirla…-Le recalcó con una mirada fulminante bajando la escalinata, refrescándose del candente estupor en que Chezire le había dejado, por fortuna su casa estaba muy cerca, apenas enfrente de la catedral, lo cual le ahorraba demasiado. Y volteando a ver a la tentadora chica por última vez salió por el enorme portón de su adorada iglesia.

Con nerviosismo saludo en su camino a un par de pequeños monaguillos que le hicieron sudar la gota gorda, y les despachó con rapidez una vez que les recordara sus tareas en la importante celebración.

-Ya les dije que puedo salir…¡yo solo! Aah, mondieu…-Refunfuño el gobernador, ataviado en aquel traje que más bien era una obra de arte verde oscuro, más cercano al negro que al verde, de fina tela que le había confeccionado el tal Nate. Arrebató de mala gana el bastón a un sirviente y se acomodó el sobrero a medias, aún le faltaban detalles mínimos en su atuendo como el pañuelo al cuello, la flor al bolsillo y sobre todo abotonarse la maltrecha levita. Pero estaba tan estresado que apenas i había podido ponerse el pantalón como era debido.

Al entrar con su sequito de sirvientes que se esmeraban el arreglarle aunque el otro se negaba caminando con paso firme dentro de la catedral, se encontró con el cura al cual miró con extrañeza parecía…”acalorado”. Bueno, en realidad no le importaba en lo más mínimo, pero sí que le importó el encontrarse la iglesia a medio adornos por lo que buscó con mirada de tromba a la felina. - ¡Santo cielo, milady! ¡¿Qué rayos es esto?! –Exclamó resonando su voz, haciendo eco por el espacioso lugar.

-¿Cómo? Si lo suntuoso es mucho mejor, no le haga caso a Ariel…-Dijo con el seño fruncido mientras le ponían los guantes sus sirviente. – Argh! ¡Les dije que me dejen en paz! – Les gritó, agitando las manos regresando su estresada mirada a Chezire.

-Y usted, linda…-Arqueó la ceja acercándosele.- Para lo poco que ha hecho usted se ve algo descompuesta… ¿cómo cree que va a ser mi madrina así? Santo dios…-Se lamentó.-…el traje me hace ver gordo, lo sé…-con rostro afligido se contempló el reflejo en uno de los candelabros.

- Sí...estas...como..."acalorada"- Había sido el mismo adjetivo que antes le había notado al padre pero sus neuronas no eran lo suficientemente suspicaces como para relacionar ambos rostro húmedos y colorados con una aventurilla sexual en la catedral. Después de todo el consideraba al cura devoto y a la felina inocente.

-No se burle…de verdad que estoy sufriendo. –La verdad no se veía para nada gordo, solo algo desalineado por el presuroso arreglo de la levita y el resto del traje. – Ay querida ¿y si no llega?... ¡va a dejarme plantado! Y yo aquí esforzándome como tonto…-Se lamentó con su mayor cara de pánico, moviendo el bastón nerviosamente. - ¿Y ese inepto del cura? ¡Tiene que estar aquí! ¿Adónde demonios se largó? Oh…-Entonces puso rostro como de quien ata cabos y miró muy serio a la rubia. – ¿Ariel, me engaña con él verdad? ¡Se fugaron juntos! Y tú que lo sabías me lo has estado ocultando….

A paso ligero e infantil, entro a la enorme y majestuosa catedral que a decir verdad le asustaba un tanto. Todos esos amenazantes ídolos observándolo eran cosa horrible que en su vida había experimentado, estaba acostumbrado a los canticos pegajosos y alegres hebreos que en ocasiones se oían por su casa, pero el catolicismo no había sido jamás cosa suya.

¿Etto…Chezire?

Preguntó a las espaldas de la jovencita, apenado y sonrosado, con ambas manos en su espalda, lamentándose a mares por su tardanza pero sin descuidar la vista del gobernador que lucía en demasía, abatido.

Parece que no llegué tan tarde ^o^…. ¿Qué le pasa? owo

Sin mencionar el terrible arreglo y los botones torcidos ¿y acaso es que pensaba estar al altar así?