Reserva para la alcaldeza

Sonrió cuando la otra tomó aquella sumisa actitud avergonzada y mientras ella se escondía sobre su pecho, Yuuko besaba sus orejas felinas empapadas, recorriendo su espalda con las palmas en suaves movimientos regalándole un delicadísimo masaje.

-Solo sentí curiosidad…-acepto con una sonrisilla traviesa aunque sorprendida. –aunque la cantidad que usted menciona se me hacen casi nada a lo que llegué a pensar…-le reconoció con un suspiró. – siendo usted tan linda…segura tiene pretendientes por doquier, incluso…una vez llegó a mis oídos que estaba con el gobernador…-dijo con una risilla y voz cantarina, mirándole a la cara. – Una viene a enterarse de cada cosa… ¿Fue cierto?

- Sí…-Contestó la pelinegra a su pregunta, continuando con el masaje en toda su columna, sus curvilíneos costados. – Jaja, pobre gobernador, se moriría en un drama de escuchar sus palabras, alcaldesa. –Le advirtió risueña dándole un pico en los labios cuando levantará la joven el rostro.

Admirándole los rasgos mientras delineaba con la yema su espalda. –Y dígame ahora…¿qué más quiere que haga por usted?...-Cuestiono parsimoniosa, peinando sus cabellos.- Podemos ir a vestirnos, por un bocadillo y porqué no, bailar un poco, amenos claro que quiera seguir aquí, que por mí sería igual de agradable…

-Excelente elección –Dijo la pelinegra con una sonrisa, besándole por última vez en los labios antes de ponerse de pie ágilmente y salir del ciprés, olvidada de su desnudez.

Una vez fuera se colocó una sencilla yukata de baño y enredarse el cabello en una toalla blanca, tomando otra de las primeras que extendió estando de pie a la orilla del ciprés y ofrecerlo a la chica.

-Venga, y le secaré ¿está bien? –Dijo con una cálida sonrisa esperando por el cuerpo de la chica.- ¿Algo en especial que disfrute comer?

- ¿Sushi sin wasabi? - Preguntó sorprendida, girandose para atender a su peticion y extenderle una toalla limpia luego de saborearse aquel beso recatado. Se la extendió en la cabeza conla que comenzó a secar sus suaves cabellos.

- Es usted la primera persona a la que le oigo una petición así.-Le dijo conla secaja arqeuada pero sin perder la afacble sonrisa.- Pero, por tratarse de usted haré una excepción, de todas formas no quiero que se vaya pensando que le negaria tan pequeño capricho...